Por Julio Romero

En el inicio de este sexenio panista resolandeció lo que actualmente notamos con desfachatez. Martita, con la Fundación Vamos México, pervirtió la hegemonía presidencial al negociar la autoridad del Poder Ejecutivo para consolidar su aspiración de llegar al trono.El fiasco de este plan la transportó a promover la trayectoria empresarial de sus retoños Manuel y Jorge quienes, con suma rapidez, amasaron gran fortuna aprovechando y explotando la imagen presidencial para preparar magnánimos beneficios, mismos que hoy son del conocimiento público.Los delfines de Martita son escrutados desde la Cámara de Diputados por sus pertenencias de orden material, mercantiles, bancarias, de construcción, aduaneros y hasta de contratos en PEMEX.

Un tema más de putrefacción son, Cristina Vicente Jr. Fox, uno y otro están preparando la compra de un hotel en Guanajuato, “Hacienda de San Gabriel”. Habría que investigar de donde vienen los recursos para cambiar de profesión y tornarse hoteleros.Otro modelo de descomposición doméstica es la de los fraternos Zavala, la estirpe astuta e incomoda de Felipe Calderón.

La acusación que realizó Andrés Manuel, sobre los substanciosos contratos que celebró Diego Zavala al cobijo de la protección de Felipillo Calderón, la probable falta del pago de impuestos y la fortuna conllevada con Margarita Zavala, consorte del aspirante presidencial y accionista de su hermano, dilató la perspicacia popularl que ya se asumía, de la circulación de influencias de la administración añil.Felipe el de las manos limpias fue desmentido por las evidencias que presentaron los de PRD, los filones formados por las firmas de Diego y Margarita Zavala con la salvaguardia de Felipe en la Secretaría de Energía.

El garrotazo asestado por el pariente inoportuno podría ser letal para los anhelos del candidato zarco, sobre todo porque tocó las fibras sensibles del “voto útil” que creía atraer al final de la cruzada electoral.Vicente Fox ganó debido al repulso social y hartazgo a un régimen de gobierno inmundo en sus contexturas y con colosales transacciones hogareñas desde el firmamento de la supremacía política.

El “sufragio del cambio” se manifestó a la reclamación popular de dejar a la zaga, esta inmoralidad de la política nacional de utilizar los cargos públicos para el privilegio de la familia. En la actualidad y realidad de la administración azul, ese voto es burlado por los que predijeron su final, menospreciando y burlandose de millones de mexicanos.


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